lunes, 20 de febrero de 2012

También la lluvia

También la lluvia

“También la lluvia”, película escrita por Paul Laverty y dirigida por Icíar Bollaín, recrea el encuentro entre dos circunstancias y mundos diferentes: Por un lado se observa la ardua realidad del pueblo indígena y campesino boliviano, y por otro la ambición de una compañía de filme española por rodar en aquel lugar una película sobre el descubrimiento de América. De esta manera, el equipo encabezado por el director, Sebastián, y el productor, Costa, comienza a realizar el casting para seleccionar a los actores; entre los cuales escogen a Daniel, un líder de las manifestaciones populares que se gestaban entonces. Mientras tanto, para la población de Cochabamba se intensifican los conflictos con el gobierno, dado que se ha tomado la determinación de sellar los pozos de agua lluvia que abastecen a los ciudadanos para cobrar impuestos por este recurso. Es así como, las situaciones convergen ya que el personal de grabación necesita de Daniel para realizar la grabación, pero este personaje se halla comprometido con la crisis que enfrenta su comunidad y decide participar de las revueltas aunque signifique poner en riesgo su integridad física. 

Ahora, dados los inesperados acontecimientos y con el fin siempre de proteger los intereses de su  equipo de filmación; el productor, Costa,  decide persuadir a  su actor estrella, Daniel, de mantenerse al margen de los disturbios incluso ofreciéndole más dinero si accede. Sin embargo, lo que Costa desconoce es que para este valiente boliviano el bienestar de su población no es medible en términos de beneficio económico personal. Así, tras participar de las manifestaciones Daniel es hecho prisionero, mas rescatado posteriormente por Costa para lograr grabar las escenas que hacían falta. Después, debido a que los enfrentamientos alcanzan  proporciones alarmantes la compañía comienza a dudar de seguir adelante con la producción fílmica. No obstante, el director, Sebastián, que hasta el momento se había mostrado muy sensato se revela obstinado al empeñarse  en continuar  con el rodaje en condiciones peligrosas tanto para el elenco como para los promotores del filme; mientras que Costa por el contrario, hasta ahora interesado en el provecho lucrativo de la película, comienza a preocuparse por las adversidades de los  habitantes de Cochabamba. 

De este modo, Costa decide desviar su atención de la producción de la película y prestar ayuda a Daniel y su familia salvando la vida a su hija que había sido herida en la revuelta. Aquello, constituye el primer signo de real consternación que muestra ante las desgracias de los lugareños, ya que en el comienzo manifestaba un comportamiento egoísta y ruin: se aprovecha de los indígenas por la disposición que ofrecen siempre para colaborar al extranjero, se jacta de la ridícula suma con que paga a los actores locales, soborna a Daniel para que se abstenga de defender los derechos de sus conciudadanos e insulta a su patria; todo por  realizar un proyecto cinematográfico invirtiendo el menor presupuesto posible.  Finalmente, la grabación se detiene, a pesar de la necedad del director, debido a que la “Guerra del agua” se complica al punto de amenazar a los foráneos. Entonces, al despedirse Daniel le obsequia a Costa un pequeño frasco con  agua como símbolo no solo de gratitud por el rescate de su hija, sino también como medio para hacer ver lo valioso que es para la subsistencia de su población aquel bien primordial del que se hallan privados. 

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